Desde el Opón avanza la tribu cual torrente
a Teusaquillo en fuga. Detrás, del rayo armados,
los Hijos del Sol vienen. Surge el Zipa, y postrados,
indios, jeques y usaques doblan ante él la frente.
Piedad del sol imploran con súplica ferviente;
del ara corre sangre de niños degollados;
se oyen sonar clarines... Y todos, angustiados,
huyen al alto cerro que se alza en el Oriente.
A la llanura llega Quesada. Por Castilla
y su Rey, el acero levanta, mientras brilla
la luz como una rosa de fuego en su coraza.
Del cerro al sol entonces se alza una nube oscura
de flechas y hondo grito la tribu da en la altura:
el grito, ante la muerte, de la vencida raza.
a Teusaquillo en fuga. Detrás, del rayo armados,
los Hijos del Sol vienen. Surge el Zipa, y postrados,
indios, jeques y usaques doblan ante él la frente.
Piedad del sol imploran con súplica ferviente;
del ara corre sangre de niños degollados;
se oyen sonar clarines... Y todos, angustiados,
huyen al alto cerro que se alza en el Oriente.
A la llanura llega Quesada. Por Castilla
y su Rey, el acero levanta, mientras brilla
la luz como una rosa de fuego en su coraza.
Del cerro al sol entonces se alza una nube oscura
de flechas y hondo grito la tribu da en la altura:
el grito, ante la muerte, de la vencida raza.
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