La mendiga pedía
en la plaza mayor,
muy vestida de negro,
con un llanto en la voz.
Era una viejecita
de cuento y de dolor;
los niños la miraban
sentadita en el sol
y decían a coro:
—Perdone usted, por Dios.
Pasaban las muchachas
entre risas y flor,
entre lazos y sueños,
entre novio y canción
y decían al verla:
—Perdone usted, por Dios.
Pasaban los soldados
con un son de tambor,
muy vestidos de gala
con espuelas y ros,
y decían alegres:
—Perdone usted, por Dios.
Señoras de abanico,
señores con reloj,
pasaban y pasaban
por la plaza mayor,
diciendo entre remilgos:
—Perdone usted, por Dios.
Con un libro en la mano
también pasaba yo,
una tarde tras otra
deshojando un amor,
pero no le decía:
—Perdone usted, por Dios.
Le daba unas monedas
pensando con temor:
"Ay, si fuese mi madre
—¡no lo quiera el Señor!-
quien pidiera en la plaza,
sentadita en el sol,
y todos le dijesen:
—¡Perdone usted, por Dios!"
1 comentarios:
Pues gracias por haberla subido por que la nesecito pa una tarea
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