Cuando niña, solía salir a la ventana
al caer de la tarde. Sonaba la campana
del Angelus. El cielo se iba poniendo obscuro.
Avanzaban las sombras, trepando por el muro.
Mi corazón de niña palpitaba, medroso,
evocando al gigante de aspecto pavoroso
de los cuentos de miedo, que a las niñas robaba
en llegando la noche... pero no me apartaba.
De la ventana hasta oír el alegre silbido
y el retumbar sonoro de un paso conocido.
Mi amigo el farolero con su escala llegaba,
el farol encendía y el miedo se alejaba...
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