Era una mujercita que tenía un marido
tan gracioso, ocurrente, chistoso y divertido
que ni un día del año transcurría
sin decirle algún chiste. Ella reía...
¡Oh, cómo se reía!...
Una vez le contó algo tan divertido
como no recordaba jamás haber oído.
Era de noche. Y ella se reía
aún al rayar el día.
Tres días con tres noches se rió, sin parar.
¡Era algo tan gracioso! Si hasta hacía llorar
de risa... Pero ¿qué era?, ¿qué sería?
¡Oh! Ya eso... ni siquiera lo sabía.
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