Sí. ¿Por qué no voy a llorar
pegado a tus rodillas?
Estoy triste, es de mi alma estar triste
tal vez nadie lo sepa.
Todos me han visto reír,
han escuchado mi júbilo
a la orilla del mar,
a la salida del sol,
o en la meta de la victoria.
Sin embargo, ahora estoy triste.
Lo mismo lo estaría en esta tarde
deletreando con mi lengua
lentamente tus dientes,
o delante de un toro furioso,
o encima de un caballo salvaje.
Mía,
déjame solamente llorar
sobre tus rodillas en este atardecer.
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