¡Mía!
No necesito mandarte una carta
con lindas estampillas.
No necesito soñar
no necesito suspirar
no necesito llevarte a la orilla del mar.
No necesito dibujar con el pie
nuestros corazones en la arena.
No necesito vagar cogido de tu mano
bajo los árboles.
No necesito que rielen nuestras sombras
sobre los senderos mojados por la lluvia.
No necesito nada distinto
que la habitación de tu alma.
¡Mía!
Mía, mientras oigo cantar el mar.
Mía, mientras leves ruedan las hojas.
Mía, mientras afuera se desata la tempestad
y mis labios permanecen sobre tu vientre
como un obstinado tatuaje.
¡Mía!
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