Quizá tenía catorce o quince años de primavera.
Para mis sueños la flor de la vida,
para el mundo esa edad parece simpática.
Linda corola del tiempo. Oh, canción de la vida
para una niña de la gran ciudad.
Ella siempre es luminosa a los veinte años.
La forma de mujer me revela todavía
el deseo de esperar la tarde, al menos una vez
espectativa amorosa, festones de mi corazón
por la muchacha más linda de mi barrio
por la muchacha más linda de mi barrio
vaya esa irremplazable mujer.
Por fin había calmado la angustia
penetraba lentamente por mi piel y esto sucedió
con una rosa arquetípica perla de la naturaleza.
En solemne confidencia; sus labios temblaron,
los míos temblaron también.
Ella calla para dejar hablar sus pupilas negras.
Toma un pétalo perfumado y lo lleva a su pecho
qué feliz momento: ¡Oh preludio de amor!
Da un paso en la acra, nos quedamos en complicidad
con el silencio "cinco años" contabilizó la fecha,
es preciso ésta oración en la mujer.
Sólo tengo adherido al corazón un tatuaje
ante ella me duele misteriosamente ¡Oh dolor!
Qué corazonadas... "¿Tienes novio, de dónde vienes?"
"Tenía, hoy es mi esposo", me dijo con una sonrisa Rubelita.
"Ya lo sé" la tenía codo con codo, ¡Oh ese momento!
No lo hizo para humillarme, está ligada a una necesidad
breve llovizna del tiempo, cosas del amor...
Y aún continúa en su corazón la misma ternira
privilegio eterno, allende de la mujer...
Y al llegar a la esquina, ¿la última?
Sus trenzas de color petróleo y arcilla
caídas hacia el frente contemplativas, femeninas
eran tan sólo un disfrute de ella, ¡Oh esa mujer!
Conservo en cambio de ella el primer beso, impresionante
coloreado de su primera edad.
El celeste amor púrpura, "comamos
juntos la primera comunión"
Yo cerré mi conciencia y la dejé en el autobus... Después...
Después resignación.
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