Algo tremendo trepa por mis huesos,
temblores, llamas, hielos y canciones
que me cruzan y llegan hasta el cielo.
Me acojo a la blandura de la noche
y me azotan como una marejada
los signos que en sus vórtices esconde.
¿A dónde huir? Espero la mañana
que me presta su luz y a donde miro
hay un cerco de espinas que me guarda.
¡Inútil, alma mía! Un torbellino
yo no sé, si de espanto o de alegría
me cegará. Ofréceme tu auxilio
que el amor o la muerte se aproxima.
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