Guárdame esta canción hasta la primavera,
no la digas a nadie sino cuando yo muera.
Esta canción transida de hielo sin orillas,
que canta mansamente mi corazón de tierra.
Guárdame esta canción, y cuando tú la digas,
irás al verde campo una mañana nueva.
Irás donde la tierra es virgen sin heridas
donde el agua es más clara, donde es la luz más tierna.
Segarás con tus plantas el más dulce rocío
y morarás tu boca en la fuente más fresca.
Y bajo el sol distante y el cielo azul de lino,
en los verdes oídos de la limpia pradera,
cantarás mi canción a los árboles altos,
a las aves que llevan la espina de una ausencia;
a las flores que tiemblan en su luz de corolas,
a la brisa embriagada de indecibles colmenas;
a las nubes que pasan con su carga de ensueños,
y al agua que transita por su cauce de seda.
Y dirás mi canción porque estaré en el alma
de todas estas cosas hasta en las mismas piedras;
con mis manos de agua y mis labios de brisa
te besaré de nuevo en las flores holladas por tus plantas
te escuchará en silencio mi corazón de tierra.
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