Cruza callada y son sus movimientos
silenciosa armonía; suenan sus pasos,
y al sonar recuerdan
del himno alado la cadencia rítmica.
Los entreabre,
aquellos ojos tan claros como el día,
y la tierra y el cielo, cuando abarcan,
arden con nueva luz en sus pupilas.
Ríe, y su carcajada tiene notas
del agua fugitiva;
llora, y es cada lágrima un poema
de ternura infinita.
Ella tiene la luz,
tiene el perfume, el color y la línea,
la forma, engendradora de deseos,
la expresión, fuente eterna de poesía.
¿Que es estúpida?...
¡Bah!, mientras,
callando guarde obscuro el enigma,
siempre valdrá, a mi ver,
lo que ella calla más que lo que
cualquiera otra me lo diga.
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