¿A que me lo decís?
Lo sé: es mudable,
es altanera y vana y caprichosa:
antes que el sentimiento de su alma
brotará el agua de la estéril roca.
Sé que en su corazón, nido de sierpes,
no hay una fibra que al amor responda;
que es una estatua inanimada;
pero... ¡es tan hermosa!
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