Llegó la noche y no encontré un asilo,
¡y tuve sed...!, mis lágrimas bebí;
¡y tuve hambre!
¡Los hinchados ojos cerré para morir!
¡Estaba en un desierto!
Aunque a mi oído de las turbas
llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre...
¡El mundo estaba
desierto... para mí!
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