Negros fantasmas, nubes sombrías,
huyen ante el destello de la luz divina.
Esa luz santa, niña de negros ojos,
es la esperanza.
Al calor de sus rayos mi fe gigante
contra desdenes lucha sin amenguarse
en este empeño es, si grande el martirio,
mayor el premio.
Y si aún muestras esquiva
alma de nieve, si aún no me quisieras,
yo no he de quererte: mi amor es roca
donde se estrellan tímidas
del mar las olas.
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