Contra mis cinco sentidos
tus cinto toritos negros;
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
Barreras puse a mis ojos
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mi boca,
tu boca las hizo leña.
Puse mi beso en barreras,
tu beso les prendió fuego.
Barrera puse a mis manos,
las hizo sombra tu pelo.
Y puse duras barreras
de zarzamora a mi cuerpo,
y saltó sobre las zarzas
el tuyo torito negro.
Deja, que no quiero verte.
Déjame que no te quiero.
Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo;
tus ojos me perseguían
como dos toritos negros
y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
...tu pelo se me enredaba
igual que un torito negro.
Y luego junté mi boca
contra la cal de mi encierro;
...tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
Y luego mordí la almohada
para contener mi beso;
...tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
Y luego arañé mi carne
de tentación y deseo,
para que no gritara
que yo estaba queriendo;
y tu cuerpo encandilado,
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante los ojos
igual que un torito negro
gritándome que te quiero,
y yo, mentira infinita.
Deja, que no quiero verte.
Déjame que no te quiero.
El aire del cuarto estaba
temblando con tu recuerdo.
Cien caballos en mis venas
al galope por mi cuerpo,
y yo, jinete sin rienda,
luchando por contenerlos.
Cien herreros en mi boca
trabajando con mis besos,
y yo queriendo ser fragua
para poder deshacerlos.
Cien voces en mi garganta
igual que el de aquella noche
verde, blanco, azul y negro,
de nuestro primer encuentro
en que me hirieron, al paso,
tus cinco toritos negros.
Y me acordé de aquel aire
que jugaba con tu pelo
como un niño a quien le gustan
los caracolillos negros.
Y me acordé de aquel rayo
de luna fino y torero,
que puso las banderillas
de luz en tus ojos negros.
Y de aquel dolor de labios
gritando que no te quiero,
saló por aire al balcón...
me tropecé con el cielo.
Aquel cielo quieto y hondo
que nos quedó de aquel beso,
y de aquel dolor de brazos
y de aquel dolor de huesos
y de aquella caracola
de amor, que quedó por dentro
con un mar de amor dormido:
...que te quiero... que te quiero...
Y se me escapó la voz
grité: te quiero, te quiero.
Y ya no junté mi boca
contra la cal de mi encierro
y ya no mordí la almohada
para contener mi beso,
y otra vez aquel dolr
de cintura, brazos, huesos,
pensando en aquella noche
de nuestro primer encuentro.
Te quise, siempre te quise,
te quiero, siempre te quiero.
Aunque no puedo quererte,
te quiero.
Aunque en cunas de tu casa
se está meciendo un almendro
te quiero.
Aunque tú tienes dos lirios
que se te cuelgan al cuello,
te quiero, te quiero.
Y aunque ponga más barreras
de zarzamora y sarmiento
para que nunca la salten
tus cinco toritos negros
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso
y el más negro de los cinco,
tu cuerpo, torito negro,
te quise, siempre te quiero.
0 comentarios:
Publicar un comentario