Si escuchas en la noche un mágico violín
desgranar melodías al fondo del jardín,
sin duda es que llegaron las hadas al lugar
y se han puesto a danzar.
Son graciosas, ligeras, menudas y muy bellas;
vierten sobre la danza su plata las estrellas;
fiel séquito les dan pintadas mariposas,
su fragancia de rosas.
(Al son del violín,
allá en el fondo del jardín...)
¿Acaso nunca viste la danza de las hadas?
En las noches de estío descienden, enlazadas
por sus chales de gasas; y saltan, una a una,
desde un rayo de luna...
Las hojas de las rosas les sirven de chapines
mientras danzan, aladas, al son de los violines;
cuando quieren prenderse una joya muy bella
se prenden una estrella.
Han venido las hadas al fondo del jardín.
Tejen danzas ligeras en trenzado sin fin,
y entonan himnos armoniosos,
cuando el Rey y la Reina llegan, majestuosos...
el Rey es alto, esbelto; la Reina es más pequeña...
No sé a quién me recuerda su carita risueña...
¿sabes? Yo que la vi,
diría que se parece ¡a ti!
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