El niño se arrodilla a los pies de su cama,
la rubia cabecita inclina, con unción,
en las manos oculta la cara, y bisbisea...
¡Silencio! El niño reza su candida oración.
Dulce Jesús, POR MI MAMÁ te pido:
nunca lloren por mí sus ojos lindos.
Dale dicha, Señor, a manos llenas.
Las madres ¡son tan buenas!
Señor Jesús, te ruego POR PAPÁ;
ayer fui malo y enojado está
conmigo. Haz que lo olvide, y su cariño
le devuelva a su niño.
Jesús, ama y protege a MIS HERMANOS,
que crezcan, como yo, fuertes y sanos.
Y a MI ABUELA y MI ABUELO, Jesús santo,
¡los dos me quieren tanto!
Bendice a MIS AMIGOS bien amados
y haz que no existan niños desgraciados.
Por los animalitos de Dios, pido
también; y por la flor, y por el nido.
Y a mí... perdóname, Jesús piadoso,
si a veces soy glotón, o mentiroso...
pues lo hago sin malicia: soy travieso...
¡y mamá me perdona con un beso!
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