Ha bajado la nieve, divina criatura,
el valle a conocer.
Ha bajado la nieve, esposa de la estrella.
¡Mirémosla caer!
¡Dulce! Llega sin ruido, como los suaves seres
que recelan dañar.
Así baja la luna y así bajan los sueños.
¡Mirémosla bajar!
¡Pura! Mira tu valle cómo lo está bordando
de su ligero azahar.
Tiene unos dulces dedos tan leves y sutiles
que rozan sin rozar.
¡Bella! ¿No te parece que sea el don magnífico
de un alto Donador?
Detrás de las estrellas su ancho plectro de seda
desgaja sin rumor.
Déjala que en la frente te diluya su pluma,
y te prenda su flor.
¡Quién sabe si no trae un mensaje a los hombres
de parte del Señor!
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