La Bienvenida - Jose Joaquin Ortiz

  (A una niña recién nacida)
¡Oh, bienvenida entre nostros seas,  ángel que Dios ha desterrado del mundo! Tú que naces tan débil y tan pura cual la primera lumbre cuando empieza a rayar el claro día; tú en cuya faz se advierte todavía  de la sidérea luz una vislumbré, Don del Señor que el corazón recreas ¡Oh, bienvenida entre nosotros seas!
¿Vendrá, niña contigo de dichas un tesoro, o viéndote penar derramaremos abundante raudal de amargo lloro? Mas aunque hundida en el dolor te veas, ¡ay! no por eso creas que menos te amaremos...
¡Oh, Bienvenida entre nosotros seas! ¡Ah, por ti padeció tanta amargura! ¡Ah, por ti padeció tanta amargura! Y en premio el corazón se le deslíe de inefable placer y de ternura. Y tú, niña, aprovecha elbreve instante concedidoal viajero por el mundo, para pagarle con amor profundo el amor con que el alma le recreas. Y, bienvenida entre nosotros seas!
Ven a sentarte en nuestro hogar dichoso, entre los seres que amo; ven a participar de nuestras penas, ven a participar de nuestro gozo. Cuánta parte del llanto te tocará en nuestra herencia cuánta de orfandad, de pobreza y desconsuelo hasta que el claro cielo por vez postrera veas. Mas, con todo eso, ¡bienvenida seas!
¡Ángel bello de Dios! ¿Por qué bajaste si tu herencia en la vida era tan triste? No vale el beso maternal que hallaste los inefables gozos que perdiste! Mas alaba al Señor, que así lo quiso; y aunque empapes con llanto, conserva puro el manto y las ricas preseas, que al tocar a la vida recibiste, y bienvenida entre nosotros seas.